Recuperemos la Historia y reflexionemos un poco. Noam Chomsky explica claramente en un libro llamado La (des)educación (páginas 190 a 195) cómo se ha forjado la historia más reciente de Haití en el plano económico. Cuando analiza el supuesto “milagro económico neoliberal” hace amplias referencias a este país al que describe como un “desastre (económico) de tal magnitud que quizá no sea ni siquiera habitable en un futuro no demasiado lejano“.
En el año
1981, en pleno desarrollo de las teorías neoliberales se fijan El
Caribe como objetivo para seguir con los experimentos que ya han puesto
en marcha en Asia y África y, de esta manera, el Banco Mundial y la US
AID (la división del Departamento de Estado de los EEUU, que coordina
los programas de ayuda internacional) comienzan a elaborar una
estrategia de desarrollo conjunto en este país. Allí integran sus
políticas económicas: cadenas de montaje y explotación agrícola (pero
no para consumo local) así como las normas habituales de “expansión de
corporaciones privadas” y “minimización de los objetivos sociales” (en
la práctica supone reducir la inversión pública en educación y
servicios sociales). En este marco y con estos argumentos comienzan a
actuar el Banco Mundial y la US AID.
Y a esto que llega el FMI (Fondo
Monetario Internacional, ese en el que estuvo Rodrigo Rato) y da
también sus directrices para “aumentar la competitividad de la economía
del país” basadas en: control de los precios, eliminación de los
monopolios estatales y liberalización unilateral de los merados. Según
Chomsky: “antes de la instauración de las reformas, el cultivo
local de arroz abastecía casi todas las necesidades nacionales y tenía
una importancia crucial para la economía haitiana” ¿y después? A
mediados de los noventa un informe de la propia US AID demostró que
Haití había pasado de consumir su propio arroz a comprarla a los
productores de EEUU, aumentando la pobreza del país puesto que los
precios subían y subían.
¿Los resultados? Beneficios para los
grandes productores multinacionales estadounidenses y los millonarios
haitianos que debieron repartir poco con el resto de la población
puesto que los salarios bajaron durante los años ochenta en un 56 por
ciento. ¡Un 56 por 100 de reducción de los salarios! ¿Es esto un
milagro económico? Para las multinacionales si, para los haitianos
parece que no. Más bien ha supuesto ahondar más en su propia pobreza. Y
los años noventa, más de lo mismo.
Y
ahora cabe reflexionar. ¿Es lo que ha ocurrido un desastre natural?
Pues indudablemente ha habido un componente importante. Un terremoto de
7 grados sobre la escala de Richter no es baladí, ¿o sí? En Japón, un
terremoto de igual magnitud generó ¿cien mil muertos? No, cuarenta
heridos. ¡40 heridos!
Esto no es sólo un desastre natural. Es
también un desastre político, un desastre económico y un desastre
moral. Las políticas del Banco Mundial, del FMI y de EEUU han hecho que
Haití no sólo no termine de salir de la pobreza sino que la ha
afianzado y la ha radicalizado. Ahora mismo Haití es uno de los países
más pobres del mundo, con las peores edificaciones (la mayor parte
chabolas) y con servicios públicos prácticamente inexistentes. Con unas
autoridades corruptas pagadas en muchas ocasiones por las
multinacionales para que les permitan utilizar sus recursos. Y este
desastre económico y político es el que hace que un terremoto que
podría no ser devastador se convierta en una auténtica pesadilla.
Este es el desastre moral que supone
Haití. Un país olvidado, siempre olvidado, únicamente utilizado para
acaparar sus propios recursos naturales por parte de las grandes
multinacionales con el apoyo del Banco Mundial y el FMI. Podemos seguir
diciendo que es un desastre natural y quedarnos tan tranquilos porque
“están lejos” y “a ninguno de los ciudadanos españoles les ha pasado
nada”. Pero ya es hora de que empecemos a explicar que en este caso,
como en muchos otros, también hay culpables.
fuente; http://dominbenito.wordpress.com/2010/01/13/lo-de-haiti-no-es-un-desastre-natural-no-solo/
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