Bangkok, 15 may (EFE).- La violencia resurgió hoy en calles de la
zona central de Bangkok, en las que murieron al menos cinco personas
en esporádicos enfrentamientos librados por tercer día consecutivo,
entre hordas de manifestantes antigubernamentales y los soldados
tailandeses que cercan el bastión del llamado frente rojo.
El resultado de los enfrentamientos eleva a 21 el número de
víctimas mortales de los disturbios que se desataron el pasado
jueves con el comienzo de la operación de asedio en la que
participan unos 30.000 soldados reforzados por comandos policiales.
Además, cerca de una decena manifestantes resultaron heridos en
varios lugares de las inmediaciones de la zona en la que atrinchera
el grueso de los camisas rojas, cuando las tropas repelieron a los
manifestantes armados con pistolas y pequeños explosivos artesanales
similares a los tradicionales cohetes pirotécnicos.
Otros camisas rojas, muchos de ellos con la cabeza cubierta con
ese frágil casco de plástico que la mayoría de los motociclistas
emplean, portaban tirachinas, barras de hierro, afiladas cañas de
bambú y otras armas primitivas.
Las víctimas mortales y una decena de heridos se produjeron a
raíz de un tiroteo ocurrido en el acceso norte de la zona de tres
kilómetros cuadrados en la que está ubicada la base roja.
En otro extremo de la zona ocupada y cerca del parque de Lumpini,
un número indeterminado de manifestantes resultó herido cuando los
soldados abrieron fuego sobre un nutrido grupo, después de que
fueran atacados con dos granadas, cuya metralla alcanzó a por lo
menos un militar, según relatos de testigos.
El cariz tremendamente violento se reflejó en las imágenes que
uno de los canales estatales difundió y que mostró como un grupo de
manifestantes baja a empellones de un camión militar de carga, a un
soldado que tras rendirse e implorar clemencia, recibe un disparo a
bocajarro.
Los otros dos militares que viajaban en la cabina del camión
fueron linchados por la turba.
Hacia las 20:30 hora local (13:00 GMT) unos 2.000 camisas rojas
se movían en motocicletas y otros vehículos desde el norte de
Bangkok en dirección a la zona ocupada por su correligionarios,
indicaron medios locales.
Desde el jueves, al menos 170 personas han resultado heridas por
impactos de proyectil, entre ellas un reportero gráfico canadiense y
tres tailandeses, después de que hoy, un fotógrafo del diario local
The Nation recibiera un tiro en la pierna.
El portavoz gubernamental, Panitan Wattanayagorn, indicó en rueda
de prensa, que los camisas rojas habían arrojado desde el pasado
jueves al menos 16 granadas contra diferentes posiciones militares.
"Las tropas pueden controlar la situación", apuntó
También se produjeron durante la mañana tiroteos en el distrito
financiero, colindante con uno de los extremos de la base roja, así
como en el nudo de autovías que conectan Bangkok con el norte y el
aeropuerto internacional, uno de cuyos accesos fue bloqueado por
partidarios del frente antigubernamental.
Tras unas horas de escaramuzas, el frente rojo pidió al Ejército
que declare un alto el fuego para retomar la negociación política
con el Gobierno, que el primer ministro, Abhisit Vejjajiva, apartó
esta semana en respuesta a la negativa de los cabecillas a poner fin
a las protestas.
"Exigimos que el Ejército deje de disparar y que repliegue la
tropa inmediatamente para evitar más muertes. Entonces podremos
estudiar las demandas políticas", señaló Natthawut Saikura, uno de
los líderes del llamado Frente para la Democracia y Contra la
Dictadura.
Antes, el secretario general de la Fundación para la Infancia,
Wallop Tangkhananurak, instó a los cabecillas de las protestas a
evacuar a los niños, mujeres y personas mayores, que según precisó,
suponen el 70 por ciento de las personas que se encuentran en el
interior de la zona roja.
Según el Gobierno, tras las barricadas y empalizadas levantadas
por los manifestantes para protegerse de una eventual carga de las
fuerzas de seguridad hay unas 6.000 personas, una cifra que los
cabecillas del frente elevan por encima de 10.000.
Dentro del área fortificada, infectada de pulgas y moscas que
revolotean alrededor de las toneladas de basura acumulada, la gente
escuchaba las arengas de los líderes que desde hace dos meses exigen
la disolución del Parlamento y elecciones anticipadas.
El Ejército, que impide la entrada de civiles a la zona roja pero
permite que salgan de ésta, tiene emplazados francotiradores cerca
de las posiciones tomadas por los soldados, y ha colocado letreros
que advierten a los posibles intrusos de que están a punto de cruzar
a una "Zona de fuego real" a la está prohibido entrar.
Los francotiradores, que hoy abatieron a un manifestante que se
agazapaba en la azotea de un edificio de la avenida Rama IV para
aparentemente disparar contra un puesto militar, se han convertido
en la fuerza más letal.
Mientras que las calles próximas a la zona de conflicto estaban
desiertas y bloqueadas por soldados, en el resto de Bangkok, ciudad
de con una extensión de 1.568 kilómetros cuadrados, la gente seguía
ocupada con sus quehaceres cotidianos pero pendiente del desenlace,
que sea cual sea, no supondrá el fin de la tensión ni de la profunda
división que existe entre la elite urbana y el campesinado más pobre
Desde que comenzaron hace dos meses las protestas en Bangkok, al
menos 50 personas han muerto y unas 1.400 han resultado heridas en
explosiones de granadas, otros artefactos y enfrentamientos entre
las tropas y los manifestantes que persiguen la caída del Ejecutivo.
EFE
mfr/cla
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