Como cada año, Cuba conmemoró ayer su fiesta nacional en Santa
Clara, pero sorprendentemente en esta ocasión lo hizo en ausencia de
Fidel Castro y sin que el presidente, Raúl Castro, pronunciara el
habitual discurso. En su lugar lo hizo el vicepresidente, José Ramón
Machado Ventura, un duro entre los duros del Partido Comunista, quien
en su intervención no anunció ninguna nueva medida para afrontar la
grave crisis económica. «Cambiaremos en este momento histórico todo lo
que deba ser cambiado, pero sin aceptar presiones externas, y sin
renunciar a uno solo de nuestros sueños de justicia», advirtió Machadito.
La expectativa, dentro y fuera de la isla, de un anuncio de nuevas reformas tenía su fundamento. El Gobierno ha iniciado un proceso de gradual liberación de 52 disidentes. La decisión ha sido considerada un punto de inflexión político y la antesala de un viraje de mayor alcance. Pero Raúl Castro, quien el pasado jueves «liberó de responsabilidades» (una forma elegante de referirse a la destitución), en el Ministerio de Salud a un histórico de la Revolución, José Ramón Balaguer, se abstuvo de hablar del tema del que todo el mundo habla.
LOS RETOS / «No tememos a las dificultades, ni a los retos que tenemos por delante. Continuaremos el estudio, el análisis y la toma de decisiones que conduzcan a superar nuestras deficiencias en todos los órdenes, y perfeccionar nuestra sociedad», se limitó a decir el vicepresidente. Las «soluciones», remarcó Machado Ventura, nunca serán sin «improvisadas», tampoco «populistas, demagógicas o engañosas», o como consecuencia de las «campañas de la prensa extranjera». El 26 de julio suele ser una fecha de alta veneración en Cuba. Raúl encabezó por primera vez la fiesta en el 2007.
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